ASCENSO AL MT. DENALI (MCKINLEY) 6195m
MONTE MÁS ALTO DEL ARTICO
UNA DE LAS MONTAÑAS MÁS FRIAS DEL MUNDO
Campamento 3 Denali
Pisando Alaska
Después de algunos transfers en el país del norte, finalmente logré subirme al avión que me llevaría hacia Anchorage, que es la capital del estado de Alaska, uno de los estados de Estados Unidos, valga la redundancia. Una vez allí, por primera vez en mi vida pude ver el famoso sol de media noche. Estaba a una latitud de 65 grados Norte casi ya dentro del Circulo Polar Ártico. En esta época del año el sol nunca se oculta. Luego de eso me dirigí hacia el Hotel y procedí a hacer todos los arreglos posteriores al ascenso, pasé dos días en Anchorage aprovisionándome de buen equipo, información y alimentos para lo que era mi gran reto.
Una vez bien abastecido, empecé mi viaje en auto hacia un pequeño pueblo, llamado Talkeetna, localizado al norte de Anchorage, luego de 3 horas de viaje, admirando y maravillado de la belleza de naturaleza que tiene Alaska, por cierto tengo que agregar que una de mis primeras impresiones y de las más agradables, fue la amabilidad y calidez de la gente de Alaska, muy al contrario de lo que percibí la semana anterior en Rusia. Recibí un cierto ambiente de hogar, desde el primer momento en que pise Alaska, realmente es un sitio ideal para hacer turismo. Al que indudablemente pienso regresar.
Luego de llegar a Talkeetna, empecé con los procedimientos para el ingreso al Parque Nacional Denali, posteriormente me dirigí hacia el Aeropuerto donde ya tenía las reservaciones y todo listo. El acercamiento hacia el campo base del Mckinley es uno de los más alucinantes que he tenido en mi vida. Se lo hace en Avionetas Cesna, para 4personas.
Hay que esperar que haya buen clima para que la avioneta pueda volar a través de los picos, en medio de la irregular geografía de la cordillera ártica. Lamentablemente ese día el dios del clima había escrito que no se puede surcar los cielos árticos. De manera que me toco dormir en el Angar de la línea aérea. Al otro día en la mañana estuve despegando hacia el campo base, el vuelo fue indescriptible, pasábamos besando los imponentes picos con glaciares colgantes y paredes vertiginosas de los gigantes de la cordillera, alucinante simplemente, finalmente pude avistar el objetivo. Una de las montañas más frías del mundo, fue el encuentro soñado desde hace mucho. Una sensación de miedo y excitación se apodero de mi, pude imaginar por donde transcurría la ruta, que la tenía bien estudiada y más que todo trataba de identificar las grietas, las cuales robaban mi sueño y mi tranquilidad desde hace mucho. Inmediatamente divise ya el campo base y pude tener una idea espacial de los casi 40 Km. que me esperaban hacia el confín del ártico. Inicié el descenso, aterrizar sobre un glaciar, fue excitante! y me encontraba ya en el campo base.
El Campamento Base
Luego de presentarme con los Rangers (Guarda Parques), arme mi campamento y estaba listo para empezar el periplo que lo tenía planificado para media noche, lamentablemente el dios del Clima. Otra vez me negaba el permiso. Y tuve que esperar un día hasta que se despeje. A la mañana siguiente, todavía estaba nublado, pero había disminuido la nevada. Entonces decidí partir.
Hacia el campamento 2
El ascenso al Denali, normalmente se lo hace en 20 o 25 días, contando con los días que hay que estar en la carpa esperando buen clima, hay 7 campamentos, de los que normalmente se usan cinco y yo tenía planificado usar solo 3.
Entonces inicié el ascenso planificando llegar en una sola jornada hasta el campo 2, aproximadamente 14 km.
La manera de llevar las pesadas cargas en el Mckinley es, usando trineos, ya que estos permiten llevar más cargas y mucho más cómodo que poner todo en una sola mochila rompe espaldas de 90 litros. Pero también el halar este trineo implica un gran esfuerzo, ¡especialmente en mi caso! ya que subía solo, con provisiones para 2 semanas y todo en un solo viaje. Normalmente las expediciones hacen 2 o 3 viajes entre cada campamento y comparten los pesos entre todos.
Pesado Trineo
Una vez en al campo 2 arme el campamento y todo lo que esto implica. Ya dentro de la carpa, esperaba descansar, recuperar energías y proseguir hacia el campo tres el siguiente día. Entonces me desperté en la madrugada, oí los vientos y el sonido de la nieve en el techo de la carpa, por lo que rápidamente pude imaginarme como estaría la situación afuera, cosa que confirmé inmediatamente al abrir la carpa y no poder divisar un metro más allá de mis narices y volver a entrar a la carpa blanco cubierto completamente de nieve.
Resultan de vital compañía un poco de música y buena lectura en esos días en que uno tiene que protegerse de la tormenta y luchar contra la desmotivación dentro de la carpa.
Hacia el Campamento 3
En la tarde en cuestión de minutos, se despejo completamente y no dudé un instante en desarmar el campamento y proseguir al campo tres, en medio de un clima fantástico, y claro siempre halando el pesado trineo. En cuestión de algunas horas llegue al campo tres, desde donde quería hacer el último tramo al campo cinco, desde donde pensaba hacer directamente el ataque a la cumbre.
Campamento 3
Una vez ahí, pude descansar, y prepararme para la última jornada, que prometía ser la más dura. Después de algunas actividades propias de armar un campamento, me metí en la funda de dormir a descansar, a la mañana siguiente, con muy buen clima y por ende mucho optimismo, me disponía a salir, me esperaba una dura jornada, tenía que subir como 800m de desnivel halando el tortuoso trineo, con la siempre presente preocupación de las grietas y sabiendo que iba a pasar por el famoso Windy Corner, considerado por muchos como uno de los sitios más inhóspitos del planeta, ya que en invierno con fríos que bordean los 70 grados bajo cero y vientos superiores a los 160 km/h . Hacen del lugar un verdadero infierno, donde han perecido muchos escaladores invernales.
Windy Corner
Hacia el Campamento 5
Entonces el ascenso fue un poco más fuerte de lo que me imaginaba. Al acercarse el medio día con un sol ardiente y más con el reflejo de la nieve, que generaba 32 grados Celsius, el esfuerzo para halar el trineo por las empinadas laderas, retaba mi fuerza física y entusiasmo y llevaba al máximo mi coraje y fuerza de voluntad. Se me hacia eterno el viaje, el famoso campo cinco no asomaba por ningún lado y ya llevaba tortuosas 7 horas de halar el trineo, cuando al despuntar una pequeña colina, aviste finalmente el campo.
Campamento 5
Luego de un descanso arme el campamento y comencé a planificar mi ataque a la cumbre. Para el resto de los escaladores, mi idea, era simplemente loca, hacer un ataque directo desde aquí sin tiempo de aclimatación, ni de descanso, para algunos era imposible, para otras excitante.
El Ataque a la Cumbre
Arista Cimera
Entonces descansé un día y el próximo decidí salir a la cumbre. La mañana estaba prometedora, bastante despejada. Durante todo el ascenso las ideas del peligro siempre presente de las grietas, y más aun por estar solo, rodeaban mi mente. En esta vez a esto se sumaba el riesgo de quedarme atrapado en una tormenta, ya que iba a subir en un solo día 2000m y bajar, En esta montaña a esta altura el tiempo suele cambiar en cuestión de minutos, retando a la más acertada predicción de tiempo. Como estaba consciente de que me acompañaban todos los riesgos manifestados anteriormente, y había alta probabilidad de que ascienda completamente solo, tuve que llevar equipo preparado para lo peor, de manera que llevaba una mochila bastante pesada, y no como normalmente se suele hacer el ataque a la cumbre con una mochila liviana con un poco de agua y comida.
Al llegar al campo 7, el tiempo se mantenía y pude observar que otra expedición ya había salido. Me sentí más tranquilo y seguí mi ascenso, el tiempo se mantenía relativamente bueno, pero se podía observar formaciones de nubes cerca de la cumbre, indicaba que el clima podía cambiar allá arriba, pero la ruta estaba muy buena, entonces aceleré un poco mi paso y muy pronto me encontraba ya a 6000m. muy cerca de la cumbre, hacia mucho viento y me encontraba a veinte grados bajo cero y empezó a soplar el viento más, mientras más arriba estaba, pude divisar a la expedición que había salido desde el campo 7 muy cerca de la cumbre, continué mi ascenso, estaba bastante cansado, pero sabía que tenía suficiente fuerza para el descenso. Finalmente logré encaramarme en la ultimo rampa que lleva a la arista que va a la cumbre, en la que ya pude sentir el efecto de la altura, finalmente llegue a la arista, al otro lado había una dantesca pared de 3000m, y pude ya sentir el viento ártico en mi cara y extreme al máximo las seguridades ya que había viento y un error me podía enviar a cualquiera de los lados de la arista. Finalmente pude divisar la cumbre y mientras me acercaba, se me estremecía el cuerpo y la emoción aumentaba más y más, y estaba ahí en la cota más alta del ártico cerca del polo norte, la emoción no podía ser mayor, trece días antes estaba en el punto más alto del viejo continente y ahora en la cota más alta del ártico, agradecía a la vida a la montaña y dedique esa cumbre a una persona muy especial en mi vida. Claro, todavía no podía cantar victoria, me esperaba la parte más delicada, el descenso, me había dicho que he de gritar victoria en el momento que aterrice de regreso en Talkeetna.
Cumbre Mckinley (Denali) 6190m
El Descenso
El descenso lo hice bastante rápido pero siempre extremando las seguridades. Abajo en el Campo 5 me esperaban felicitaciones de todos quienes sabían de mi ascenso y se reunieron para que les comente acerca de mi ascensión, a esta gente le esperaba todavía unos diez días entre subir al campo 7, la cumbre y volver y yo lo había hecho diez horas y media. Tambien los Rangers estaban emocionados y yo les contaba que entrenaba en las hermosas montañas de mi país.
Normalmente después de esa travesía loca debía de quedarme a descansar siquiera un día, pero yo quería conocerme más y llevar mis capacidades al máximo. Así que decidí bajar al campo base la misma noche, así que luego de un festín que me invitaron los guarda parques, procedí a descansar un par de horas, e inmediatamente desarmar campamento e iniciar el descenso, me desperté a la una de la mañana. Hacía 25 grados bajo cero afuera. Realmente no había una razón para que yo tenga que hacer semejante esfuerzo, tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo en el día más cómodamente, pero yo quería conocer lo que era desarmar un campamento en esas condiciones y era mi única oportunidad, tuve que elevar al máximo mi fuerza de voluntad para salir del sleeping y equiparme, afuera hacía un frío que no permitía ni siquiera hacer una foto porque la batería se congelaba en instantes. La carpa estaba sólida debido a una pequeña nevada que había caído y me tomo dos horas en desarmar el campamento lo que normalmente me toma cuarenta minutos.
Mt. Foraker ( – 25°C )
Entonces empezó el descenso y nuevamente el martirio del famoso trineo, igual de duro que la ascensión, pero en esta vez no para halar sino para evitar que se vaya por las empinadas laderas de la montaña, me esperaban unas diez hora de descenso, el que con paciencia y en compañía de buena música logre superar lentamente, las últimas horas acompañado de un sol calcinante, logré llegar al campamento base muerto de sed, de hambre y cansancio. Luego de esperar unas horas me vino a recoger mi avioneta y me despedía ya de aquel paisaje que me había acompaño durante toda la ascensión y en el que aprendí una vida completa de experiencias. Ahora me sentía más seguro de mi mismo y en mejores condiciones para lo que me espera allá en el lejano Himalaya en los realmente gigantes del mundo los ocho miles, el Cho Oyu mi próximo objetivo cuya altura es 8201m.
De regreso al Campo Base (Muerto)
Luego de cavilar acerca de eso me encontraba aterrizando en Talkeetna, donde me esperaba una gran celebración, mi llegada coincidía con el cumpleaños de la dueña de la aerolínea, al que fui invitado con gran gusto. Y pude deleitarme de todos los manjares que hace algunas horas solo desfilaban en mi mente como sueños alejados.
Realmente el subir a esta montaña ha sido una de mis mayores experiencias en climas extremos y me apunta con pasos firmes a los gigantes del Himalaya.
Posteriormente el regreso siempre anhelado a la ciudad que para mi es la más hermosa del mundo. “Quito”
Patricio Tisalema