
Mt. Fuji desde el Lago Kawaguchi
Como les había comentado, después de todos los preparativos y entrenamiento para esta expedición, me encuentro finalmente en Japón, estoy listo para llevar a cabo esta gran travesía por los abruptamente espectaculares panoramas de las montañas del país donde nace el sol, donde llevaré la bandera de Ecuador a sus picos más altos, técnicos e importantes, además también seré el primer latino en aventurarme en estas latitudes.
Estoy con una gran expectativa, estos parajes así como su gente y cultura son tan exóticos para nosotros, un mundo lleno de sorpresas; he tenido la oportunidad de escalar montañas por todo el mundo, pero Japón es otro planeta, tiene una magia única y encantadora. Les prometo imágenes, vivencias y ascensos fuera de serie.
Estoy saliendo en unos instantes, con un clima brutal, paralizante, el Monte Fuji y todos los alpes japoneses (mashiro) así se dice blanco perfecto en japonés, no puedo esperar más. Todos los detalles de esta gran travesía por favor síganla en mi página web y por favor recomienden insistentemente a todos sus contactos, para que también lo sigan, ya que como dije antes, les prometo fotografías y vivencias de alto vuelo, pienso que Japón les va a magnetizar así como ya lo hizo conmigo, además tiene un súper mensaje de motivación. A mi regreso a Ecuador voy a hacer una exposición denominada: Las montañas y paisajes del país donde nace el sol al cual desde ya les hago llegar una cordial invitación y les cuento que el clima que me rodea amenaza escenarios que robarán el aliento. No puedo esperar más, también voy a hacer algunas llamadas en vivo a Ecuador, les haré llegar la invitación para que estén al tanto.

Represa Kurobe en el macizo del Tateyama (la montaña parada)
Parte II
El Macizo del Tateyama
Como les había ofrecido, aquí les envío una rápida reseña de los ascensos a las montañas de los alpes del norte de Japón en la cordillera Tateyama. Inmediatamente había llegado a Japón me enteré que el clima se estaba dañando especialmente en los alpes del norte, por este motivo decidí atacar primero esas montañas. El día siguiente de mi llegada ya estaba entrando al área de Murodo que es la puerta de entrada al grupo de montañas donde iba a escalar.
Durante el viaje de acercamiento además de la excitación por los lugares tan exóticos que iba visitando, no pude dejar de imaginarme que algunas de las rutas por las que iba debieron haber sido también transitadas hace centenios por las caravanas de los guerreros Samuráis, (antes de continuar, debo comentarles que soy un fanático de Japón, durante mis estudios del idioma y en mis viajes anteriores he llegado a conocer un poco su historia y cultura y entiendo que mucho de este país tiene que ver con el legado milenario de los Samuráis) continuando.. esta situación intensificó más mi exaltación, ya que al estar ahí de alguna manera me sentía parte de eso. Las historias de Japón y los Samuráis siempre han hecho mis delicias.
A mi llegada el gran macizo del Tateyama estaba despejado, podía ver como los fuertes vientos hacían remolinos con la nieve en las cumbres, eso me preocupaba sobremanera ya que iba a tener fuertes vientos y tenía mucha nieve fresca suelta, me esperaban días de mucho trabajo y fuerte viento, el primer ascenso fue la cumbre del Mt. Tateyama, como no conocía la ruta y había nieve fresca, tuve que salir con los primeros rayos de luz, para poder divisar por donde debía transcurrir el camino.

Bosque nevado en el área de Murodo
Tenía que subir una diferencia de altura superior a 600m. En condiciones normales hubiera sido un ascenso moderado, pero con nieve hasta la cintura en la mayor parte de la ruta, me pareció haber subido unos 2000m, se me hizo interminable el ascenso y más aún con la idea de que tenía tres cumbres más en las mismas condiciones y de mayor altura. Estas montañas comparadas con nuestros andes no son tan altas, pero en los últimos 200m, ya me empezaron a parecer como estar en el Himalaya sobre 8.000m, la cantidad de nieve acabo con mis piernas, y lo peor de todo era que ya me iba haciendo un poco tarde, y el descenso con nieve aún más floja por el candente sol empezaba a preocuparme más, así, seguía subiendo y a la bendita cumbre que le veía tan cerca parecía no acercarme nada, de manera que en un arranque de coraje, tomé un buen ritmo, y no paré hasta llegar a la cima, llegué con las piernas acalambradas, estos sinsabores los conocía sólo por encima de los 8000 metros, pero bueno, en la última parte disminuyó la nieve y el ascenso fue en mejores condiciones.
Finalmente estaba ahí. En la primera cumbre de esta expedición, como en muchas veces anteriores me encontraba absolutamente sólo en la montaña, el panorama era conmovedor todos los alpes de Japón completamente despejados, estaba muy contento pero también muy preocupado ya que la mayoría de esos alpes eran mi siguiente objetivo y oraba porque estén en mejores condiciones, así que al sentimiento de satisfacción, también le acompañaba un sentimiento de recelo y expectativa. Después de filosofar un poco sobre el acontecimiento hice mi ritual de agradecimiento a la montaña e inicié el descenso con esa pequeña carga psicológica, descenso que estuvo en peores condiciones de nieve que durante el ascenso, así, bastante agotado bajé hasta Murodo donde estaba mi campamento para prepararme para mis siguientes ascensiones, la situación fue muy parecida en mis siguientes cumbres, a las cuales claro salí más temprano y la más dura de todas fue el Mt. Tsurugi, el más alto de la región.

Atardecer sobre la cordillera Tateyama
Parte III
Los alpes del norte de Japón (Kita Alps)
Después de unos días de intenso trabajo me encuentro haciendo una pausa en Tokio. Antes que nada quiero extender un gran agradecimiento a toda la gente que me ha escrito con sus saludos y mensajes de aliento. Es muy reconfortante saber que todos ustedes están conmigo durante los ascensos a los macizos japoneses, realmente les agradezco mucho y me sentí muy orgulloso al ondear nuestra bandera por todos ustedes en estas cumbres, ¡cómo quería que todos ustedes vean el espectacular panorama que rodeaba a la cumbre del Mt. Hotaka! y sus montañas, pero bueno les tengo en fotografías estos paralizantes panoramas y aquí va un breve relato de lo que fueron estos ascensos.
En el anterior reporte, justo después de enviarles el correo, tuve algún problema con el internet y se daño el blog, les pido disculpas, espero no vuelva a pasar. Mi siguiente objetivo eran los alpes del norte de Japón, en el área denominada «Kamikochi», los montes Yariga, Hotaka, Nishi, Oku y Mae, montañas súper famosas aquí, como para nosotros oír Cotopaxi, el acercamiento desde Kamikochi es muy interesante, esta zona en sus áreas bajas esta repleta de senderos para caminatas «trekkings», y existe una gran cantidad de refugios para suplir las necesidades del descomunal flujo de caminantes japoneses que acuden a esta región, especialmente en verano, la mayoría de ellos gente de avanzada edad entusiastas de las actividades al aire libre.
Pero conforme uno va ganando altura, la cantidad de Refugios empieza a disminuir. Después de este interesante recorrido estaba ya en la base de mi primer objetivo el Mt. Yariga. Aquí armé mi carpa y me dispuse a descansar, el siguiente día iba a ser muy duro, debía salir a las tres de la mañana, yo rogaba para que las condiciones de la nieve estén mejores que en los anteriores ascensos. A las tres de la mañana estaba ya en pie, la noche súper despejada, con una estremecedora luna que guiaba mi camino, el panorama amenazaba un sol candente en el día. En estos ataques tenía que subir una diferencia de altura de 1600m, bastante considerable, 300m más alto que subir a la cumbre del Chimborazo desde el Refugio Whimper.
Como en las anteriores ocasiones, la montaña estaba súper cargada de nieve floja, los primeros 800m no fueron mayor problema hasta el inicio de la nieve, pero a partir de aquí volvieron las fatídicos ascensos con nieve hasta la cintura en algunas partes, parecía que los dioses de las montañas japonesas estaban molestos conmigo, en todos mis ascensos tuve nieve floja. Por suerte los sitios cargados de nieve no eran tan empinado como para producir avalanchas, de manera que subía tranquilo en ese sentido, pero sí extenuado por el trabajo que representaba abrir una ruta con esa cantidad de nieve, de esa manera seguía transcurriendo el ascenso, a partir de las 9 am, el sol empezó a hacer lo suyo, de manera que yo empezaba a sentirme un verdadero pato al horno y más con el reflejo de la nieve.

Atardecer sobre el Mt. Tateyama
La última parte no había nieve por lo empinado de la montaña, pero en cambio demandaba un ascenso técnico, que con bastante cuidado lo superé, y aproximadamente a eso de las 11 de la mañana estaba ya llegando a la cumbre, con un clima espectacular, el Mt. Fuji se veía diminuto en lontananza, después de este gran esfuerzo y el estremecedor escenario que me rodeaba no pude evitar que se me fueran las lagrimas, habían transcurrido siete años, desde que me propuse escalar el Mt. Yariga por allá en mi primer viaje a Japón y finalmente estaba ahí ondeando nuestra bandera en una de las cotas más altas de Japón, apropiado el momento para una corta reflexión y gratitud a la vida y a la montaña.
Después de este ritual inicié el descenso, de la misma manera que las anteriores veces, nieve floja y clima candente, ya estaba acostumbrado, y el futuro inmediato era un poco desconsolador tres cumbres más en las mismas condiciones, mi único aliciente era sentirme orgulloso de representar al Ecuador en estas lejanas latitudes y documentar estos instantes para luego poder compartir con todos ustedes.
Así, bastante agotado en la tarde llegué a mi campamento a descansar para mis próximos ataques, el Monte Hotaka, Nishi, Oku y Mae. que transcurrieron de manera similar, en los últimos dos se daño el clima, así que al menos la nieve ya no era tan suave pero en cambio mucho viento.

Laguna Tateyama
Parte III
Los alpes de centro de Japón (Chuo Alps)
Estoy muy contento y un poco cansado, he finalizado ya la última etapa de esta expedición, que consistió en escalar los picos de la Cordillera Chuo Alps o Alpes centrales, estas montañas al ser más septentrionales, es decir, más hacia el ecuador, no tenían mucha nieve fresca, además, las dos últimas semanas el sol compactó la nieve, de manera que los ascensos fueron en mejores condiciones que los anteriores, pero igualmente demandaban de ascensos mixtos moderados, es decir nieve y roca.
Antes de empezar les comento que en esta ocasión, durante el acercamiento a esta cordillera, tuve la gran oportunidad de visitar uno de los sitios históricos más importantes de Japón, el lugar es una pequeña localidad denominada Magome, es un pueblito donde parece que el tiempo se ha detenido algunas centurias, desde el periodo Edo Jidai, que duró entre los años 1600 a 1868, posterior a esto inició una de las más grandes revoluciones de la historia nipona, denominada La Restauración de Meiji, ya que abre sus puertas al mundo después de 300 años de hermetismo, e inicia el Japón que conocemos hoy. Bueno, me disculpan pero me emociono solito y me encantaría seguir con el tema, el asunto es que en esta transición llega el final de la milenaria época de mis héroes históricos favoritos los Samuráis. Pero bueno volviendo a nuestro asunto, este pueblito se encuentra en el corazón de la principal vía que unía Japón, más o menos como la vía de nuestros chasquis. De manera que visitar este lugar es como viajar al Japón de hace 400 años, ya se imaginan como estaba yo hipnotizado en otros tiempos.
Después de este pequeño viaje al pasado, seguía rumbo hacia el inicio de mis siguientes objetivos, que fueron los Montes Kita, Shiomi, Aino y Yatsuga.

Ocaso en la cordillera del Tateyama
Esta vez debía hacer un recorrido de montaña a montaña, conectando sus cumbres, normalmente se realizan los ataques a cada montaña desde su propio campo base, retornando nuevamente a este, pero debido a la singular disposición geográfica de estas montañas yo podía ir a mi siguiente objetivo sin regresar al campo base, sino desde la misma cumbre hacía mi siguiente campo base, y así lo hice con estos cuatro macizos.
Esto representa un gran esfuerzo ya que debía llevar todo el equipo y provisiones durante todos los ascensos y descensos. Tomé esta decisión un poco alocada, ya que se venía mal clima y además optimizaba valiosísimo tiempo y grandes distancias de acercamientos, el costo por esta optimización de recursos lo pagaba yo, llevando durante todo el recorrido el peso que normalmente se deja en un campo base. Bueno, me auto consolaba diciéndome: ¡tranquilo Pato san!, éste es un buen entrenamiento para tu siguiente súper expedición al Himalaya!. Además fue un esfuerzo que valía la pena ya que se venía mal clima.
Después del segundo ascenso, empezó el mal clima, y así, con fuertes vientos y frio llegué a mi último objetivo, el Mt. Kita, el segundo más alto de Japón! minutos antes de coronar esta cumbre empecé a sentir una gran exaltación, estaba a metros de finalizar este largo recorrido por las montañas niponas más importantes, vinieron a mi mente todos los momentos de gran esfuerzo, cansancio, frío, calor, mala nieve, viento, alegría, panoramas espectaculares, gratitud, humildad, grandeza, reflexión, frustración, angustia, estrés, ira y más situaciones que me acompañaron en esta larga jornada; Y así poco a poco alcanzaba la cumbre, ¡Qué emoción!, se me inundaron los ojos, ¡la última cumbre de esta gran travesía! estaba acompañado de un intenso sentimiento de misión cumplida, un gran cansancio y ¡una gran mochila!
¡Y estaba ahí culminando mi meta! Todos los esfuerzos, preparación, constancia, perseverancia, tenacidad, terquedad, valieron la pena. Mi recompensa: había ondeado nuestra bandera en doce de las cumbres niponas más altas y realizado los primeros ascensos ecuatorianos y latinos por las montañas más altas de Japón. Hace siete años que me había planteado esta meta y hoy estaba culminándola, me inundaba un gran sentimiento de gratitud a estas maravillosas montañas, a todos los que estuvieron conmigo durante este periplo y a este fantástico país que siempre me ha tratado como a su hijo y me ha dado tantas realizaciones.
Después de estas cavilaciones y mi ritual de agradecimiento a estas montañas, inicié el descenso y retorno a la antigua cuidad de Edo ¡actual Tokio! para luego realizar los preparativos de mi regreso a mi siempre añorado Ecuador.